No se lo digas a nadie. Por Miguel Angel Nieto (20 minutos)
Nos vemos en la verbena
No hay fiestas que más me fascinen en el mundo que las de la verbena de La Paloma.
Cada verano al caer el sol aparecemos en ellas los solitarios esperpentos que quedamos en el agosto madrileño. Son los únicos días en los que el Madrid profundo emerge y los pobres más pobres de la ciudad se hacen dueños de la calle.
Latina y Lavapiés se inundan de limonada, de chulapos con zapatos rotos, de niñas trasnochadas disfrazadas con peinetas que abultan más que ellas. Son los únicos días en los que las alcohólicas del barrio se emborrachan en público y bailan su mareado chotis hasta que algún vecino las rescata. Los únicos en los que los rodríguez se olvidan de que tienen a sus esposas en algún balneario de La Manga y soban a las pocas guiris que pasean por ese territorio atávico.
Es la verbena de los borrachos de Velázquez. La fiesta del postizo Bradomín. El eslabón perdido entre lo que fue Madrid antiguamente y la impersonal metrópoli que hoy habitamos.
2 Comments:
ah calamar calamar, tu si que sabes de lo que hablas!!!!
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